Exposición temporal hecha en colaboración con la Fundación Pablo Iglesias, la Fundación Largo Caballero y Caja Duero en septiembre de 2004.
Ningún niño empezó jamás una guerra. Y sin embargo, cada vez que estalla un conflicto bélico, es la infancia la que más sufre, atrapada sin remedio en un mundo de adultos. Sin entender muy bien lo que sucede a su alrededor, niños y niñas se ven abocados a vivir en el miedo, en la sospecha y el odio al otro. Algunos pierden la vida. Otros sufren mutilaciones y trastornos psicológicos que les acompañarán para siempre. Todos pierden la inocencia. La Guerra civil española, que nos parece tan lejana, fue también una guerra total, en la que los niños sufrieron sin saber por qué. Nada más estallar el conflicto, miles de hogares se deshicieron porque los padres se incorporaron al frente, se vieron obligados a huir, fueron encarcelados o fusilados. Miles de niños y niñas tuvieron que abandonar España para escapar de los bombardeos, del hambre y del miedo. La guerra rompió su mundo de infancia en mil pedazos, y les obligó a crecer demasiado deprisa en un lugar que no les correspondía. Como ellos, millones de niños viven hoy en campos de refugiados, y llaman “mi casa” a una tienda de campaña.
Por la actualidad del tema, y el mensaje que lleva implícito, proponemos al lector o visitante un acercamiento a la experiencia que estos niños tuvieron del exilio, provocado por la Guerra civil española. Como llamada de atención y motivo de reflexión para las actuales generaciones, y también como reconocimiento histórico a esos hombres y mujeres que vivieron durante su niñez o adolescencia el drama de una expatriación forzosa.