En la época en que nace la fotografía, el 1839, la sociedad occidental mantenía un diálogo estrecho con todo aquello relacionado con la muerte. Sin embargo, y cómo se puede ver en esta exposición, la tradición del retrato de difuntos fue una práctica que se vinculó con el rito funerario de forma casi natural y espontánea, buscando de conservar la última imagen de un ser querido. Así pues, esta tradición se prolonga hasta nuestros días. Esta exposición muestra la evolución tipológica y cronológica de esta práctica presentando piezas del territorio valenciano, de la costa mediterránea, junto con algunos ejemplos europeos y americanos que permiten dar, por un lado, una visión de las particularidades de este tipo de retratos en la región, pero también las similitudes que encontramos en este género retratístico sea cual sea su lugar de procedencia. Porque al final la muerte está en todas partes y la inquietud del ser humano frente a ella ha estado presente desde el momento en que este ha sido consciente de que toda vida llega a su fin, estableciendo así según las épocas el culto a la memoria. Esta exposición con más de 80 fotografías originales y una última imagen datada el 2017 pretende demostrar la manera en que esta práctica se inserta en una etapa más del rito funerario que se ha ido adaptando a las diferentes épocas pero que continúa vigente hasta nuestros días.
La exposición contarà con imágenes procedentes de coleccionistas de fotografia como José Huguet Chanzá, Javier Sánchez Portas, Julio José García Mena y Virginia de la Cruz Lichet.
Esta exposición cuenta con un catálogo que podéis consultar en la Biblioteca del Museu Valencià d'Etnologia, con la referencia BETNO 9003. Si queréis comprarlo podéis hacerlo en la tienda del Museu o a través de la venta en línea. Además, en el Etnobloc encontraréis una reseña de la publicación.