Fotografías de Juan Rulfo
Se han hecho muchos esfuerzos por analizar las similitudes entre la literatura y la fotografía de Juan Rulfo. Con todo, su coincidencia se limita a una atmósfera de fondo que es la del recuerdo, así como a un lugar común en el que se asienta tanto la literatura como la fotografía de Rulfo: México. Sus fotografías tienen una percepción visual del país marcada por la voluntad de retener al hombre y al paisaje en el estado de una esencia atemporal.
Rulfo, procedente del estado de Jalisco, se ganaba la vida como inspector del servicio de inmigración y, más adelante, como viajante de comercio. En el transcurso de estos viajes por la provincia empezó a tomar fotografías. Las fotografías surgieron en un intervalo de diez años, entre 1945 y 1955. Eran imágenes que captaba solo para él y que nunca pensó hacer públicas. No fue hasta 1980, seis años antes de su muerte, cuando, no sin reticencias, se dejó convencer por la persistencia de quien entonces era director general del Instituto Nacional de Bellas Artes, Juan José Bremer, para hacer una exposición. Se seleccionaron 100 fotografías de entre más de 6.000 negativos que el escritor conservaba en cajas. Era evidente que nunca se vio a sí mismo como fotógrafo. Sin embargo, actualmente su nombre se cita entre los fotógrafos mexicanos más relevantes de su tiempo.