Está dedicado a un rito de paso ancestral único, posiblemente precristiano, declarado Fiesta de Interés Turístico Autonómico. Una gran ceremonia lustral y fecundante, donde el «toro de vida», es respetado al máximo, como tótem que ha de cumplir un fin litúrgico. En el conjunto interpretativo que forma, junto con la ruta urbana que lo complementa, se destaca la singularidad, la historicidad y el gran valor etnológico y antropológico de todo el sistema ritual, así como sus manifestaciones culturales (torres humanas, «torrás», dianas, «albás», cucañas, rondas, grupas, elementos artesanos y artísticos, etc.) y los valores que genera.